Durante las últimas décadas, Silicon Valley ha sido el centro global de innovación. Sin embargo, pensar que esto durará para siempre es absurdo. Al igual que la historia ha demostrado, el “centro de innovación” del mundo se mueve de un lugar a otro, al igual que Babilonia cambió el mundo, con el tiempo también lo hicieron Alejandría, la Antigua Grecia y luego Berlín. Estas ciudades son solo algunos de los lugares a lo largo de la historia que han tomado la forma de un “Silicon Valley”. La historia repetirá el ciclo, y antes de lo que pensamos.
El próximo Silicon Valley será una ciudad muy merecedora del título. Tomará una combinación especial de desarrollo de conjuntos de habilidades, velocidad de crecimiento, infraestructura, ubicación, y en pocas palabras, un buen momento. Algunos candidatos son lugares como Singapur respaldado por el gobierno, el líder de la energía renovable en Munich, el centro intelectual y académico de Boston, el progresivo y agresivo Bangalore, e incluso la ciudad de alta tecnología y rápida transformación de Río de Janeiro. Todos han demostrado ser candidatos sólidos para un futuro epicentro de innovación.
Con todos estos lugares llenos de oportunidades, el futuro de la innovación a escala global parece brillante, pero ¿qué candidato se llevará el título? La respuesta es Shenzhen, China.
De pueblo de pescadores a potencia mundial
Hace 35 años, Shenzhen era solo un pueblo de pescadores al otro lado de la frontera de Hong Kong. En 1979, solo un año después de que Deng Xiaoping se convirtiera en el líder supremo de China, designó a la aldea de Shenzhen como una “zona económica especial”. Esta sería la primera prueba del capitalismo cuando la economía china comenzó a liberalizarse.
En 1983, las ventas mundiales de computadoras personales crecieron en un 73% y el cambio tecnológico comenzó a ubicarse en Silicon Valley. Mientras tanto, en el este, el pueblo pesquero de Shenzhen estaba cambiando radicalmente su infraestructura. La ciudad creció más rápido que cualquier otro en la historia de la civilización, ya que pasó de una población de 300,000 a más de 10 millones en el tiempo de una sola generación. Shenzhen se convirtió rápidamente en la incubadora de tecnología para China.
Desde la transformación, Shenzhen ha actuado como una clavija redonda en un agujero cuadrado, lo que obligó a China a pensar de manera diferente. En pocas palabras, los fabricantes fabrican nuevos productos, presentan nuevos modelos de negocio y siempre se mantienen a la vanguardia de la tecnología. Shenzhen comenzó económicamente fabricando productos para compañías extranjeras, pero rápidamente utilizó su conocimiento adquirido de la experiencia para comenzar a construir su propia economía. La ciudad ha crecido no solo como fabricante sino como autoridad para la innovación.
Muchos de los líderes tecnológicos actuales prefieren usar Shenzhen como su sede. Empresas como Huawei, Tencent, BGI y ZTE llaman hogar a Shenzhen. A medida que la ciudad se mueve para sacudir la etiqueta de su fabricante y convertirse en un innovador en sí mismo, pasa de lo antiguo a lo nuevo a un ritmo asombroso.
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